La manera más efectiva de dar a conocer a otras personas las grandes cosas que Dios puede hacer en sus vidas es contarles la historia de lo que Dios ha hecho en su vida. Eso es lo que hace la diferencia.
Jesús dijo en Hechos 1:8: “serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes” (NTV). Cuando escucho la palabra “testigo”, pienso en un tribunal. Es la imagen perfecta de lo que Dios nos pide que hagamos para hacer una diferencia en el mundo. Él no nos dice que seamos el abogado, defendiendo el caso. Él no nos dice que seamos el juez, juzgando a otras personas. Él quiere que seamos sus testigos.
¿Qué hace un testigo? Un testigo se limita a decir: “Esto es lo que yo vi. Esto es lo que escuché”. Un testigo simplemente les cuenta a otras personas la historia de lo que Dios ha hecho en su vida.
Los amigos no esconden las buenas noticias de otros amigos. Uno les cuenta las buenas nuevas de lo que Dios ha hecho en su vida para que pueda hacer una diferencia eterna en sus vidas.
¿No está seguro de cómo empezar? Aquí tiene un simple paso para dar: escriba su historia y compártala con su célula. Comience a compartirla con las personas cercanas para que pueda practicar. Luego, Dios le dará la oportunidad de compartir su historia con alguien que necesite escuchar las Buenas Nuevas.
“Vengan y escuchen todos los que temen a Dios, y les contaré lo que hizo por mí” (Salmo 66:16 NTV).
¿Quién en su vida necesita escuchar lo que Dios ha hecho por usted?
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